LA
INFANTA CRISTINA Y EL JUEZ CASTRO
El 22 de
diciembre nos despertamos con tres cuestiones importantes: la celebración
de la lotería de navidad, la imputación de Mas y la de la infanta Cristina por
presuntos delitos fiscales. A este último asunto, por su importancia, es al que
voy a referirme y a las consecuencias trasversales de las que me voy a
explayar.
El juez Castro,
olvidándose de la doctrina Botín, ha hecho caso a la acusación popular de “Manos
Limpias”, y ha obviado al Fiscal, a la Abogacía del Estado y a la Agencia
Tributaria. Y yo me pregunto…si no tiene razón: ¿responde de ello? Me temo que
no y eso es a lo que no hay derecho y eso es lo que verdaderamente me preocupa.
¿Porqué los jueces no responden personalmente de sus equivocaciones? Y no estoy
afirmando que el juez Castro se haya equivocado, sólo pienso que de sus
declaraciones en instrucción y lo manifestado por la Prensa, yo presumía ya que
iba a realizar la resolución que ha dictado. Resolución novedosa y en contra de
criterios jurisprudenciales anteriores.
La infanta Cristina si
sale indemne de éste asunto, podría y debería reclamar los daños y perjuicios
que le han ocasionado por mal funcionamiento de la justicia. Y no lo hará. Mas
si lo hiciera, no respondería el juez Castro, sino el resto de los
contribuyentes españoles con nuestros impuestos. Y es a lo que yo no estoy
dispuesto. Lo que estoy dispuesto es que los jueces y los fiscales paguen sus
errores de su bolsillo, y para eso hay que cambiar la ley. Me asombra que se reúnan
los jueces y censuren el clima de corrupción existente entre la clase política.
Pero yo les pido, y expresamente al Consejo General del Poder Judicial, que
tomen un espejo y se miren. Tengo a mis espaldas más de diez mil pleitos
ejercidos, en representación de la Abogacía del Estado, y por ello he conocido
jueces de todo tipo; buenísimos, regulares, mediocres e incluso jueces que
deberían estar en la cárcel. Y por qué no lo están, se preguntará el lector.
Por una razón muy sencilla porque la legislación penal es muy blanda con ellos.
Ustedes se imaginan que cuando un juez comete el delito más grave que puede
hacer en el ejercicio de su función, como puede ser la prevaricación, se le
“premie” echándole de la carrera, y digo que se le premia porque se dedica a
una actividad privada dónde se “forra” a ganar dinero, en vez de estar seis
años en la cárcel, que es lo que merece. Y lo mismo ocurre con los fiscales que
pueden mentir sin cometer delito y no les pasa nada, y si reclamas una
indemnización no la pagan ellos sino los contribuyentes españoles. Eso sí, el
resto de los españoles; abogados, médicos, arquitectos, ingenieros, peritos
nuestras equivocaciones las pagamos de nuestro bolsillo, e incluso a veces con
la prisión . Y porqué, no ellos.
Todo este artículo
viene a intentar que el Consejo General del Poder Judicial ponga de una vez por
todas orden en este desorden, y se ocupe de que lo que aquí tratado se lleve a
un plano legislativo, y de este modo empezaremos a confiar en la justicia, y
tener por fin esperanza en la judicatura y en la fiscalía, confianza que para
desgracia del justiciable hoy no existe.
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