PRESENTACIÓN

sábado 6 de marzo de 2010



Hoy, dia seis de marzo del año de gracia del dos mil diez, comienzo a editar éste blog que pretende ser un punto de encuentro entre familiares, amigos y conocidos -se prohibe expresamente la entrada a los enemigos-, todo ello con el buen deseo de cultivar aficiones literarias, políticas -incluidos los chismorreos de ésta índole-, artísticas y demás actividades que puedan interesar a la generalidad de los colaboradores y personas interesadas en éste blog.
¡Bienvenidos a todos! Y que la diosa Fortuna nos ilumine en ésta nueva tarea que con ilusión emprendemos.
ÁNGEL LARROCA DE DOLAREA

miércoles, 7 de enero de 2015


Dedicado a petición de mi sobrina Cristina



BIOGRAFIA

CAPÍTULO II


                                                              PADRES

               Julián Larroca y Ortiz de Zárate nace en  Madrid el 11 de Julio de 1904. Fué el segundo hijo del matrimonio formado por Emilio Larroca y Ortiz y Margarita Ortiz de Zárate y Armendariz, aunque desde su nacimiento adquiere la condición del mayor, ya que su hermano Ramón fallece a los pocos días de haber nacido. Unico varón del matrimonio pierde su condición de hijo único al nacer, el día de Navidad del año 1906, su hermana Laura.

               Estuvo muy protegido y atendido por sus padres desde niño, debido a una grave enfermedad que adquirió a los tres años: la poliomelitis. El acompañamiento a su andar, con uno o dos bastones fué un elemento que caracterizó su personalidad a lo largo de su vida. Su disminuida capacidad para moverse, trazó las directrices de su modo de existencia y de ser. Pudo quedarse en ser un licenciado no ejerciente, cuya principal fuente de ingresos fueran las tierras que en Chinchón poseía; pero su limitación física hizo que se convirtiera en un intelectual de primera magnitud. Leía de todo: Teología, Historia, Derecho, Filosofía, Literatura, especialmente de teatro. Era dificil sorprenderle sin un libro en las manos, pero siempre estuvo dispuesto a cerrar sus páginas para entablar un coloquio con quien lo pretendiera, cualquiera que fuera su condición y edad. A decir verdad, más que coloquios eran monólogos, grátamente soportables por el interlocutor, ya que sus contenidos estaban llenos de anécdotas rigurosas y amenas. Estas fueron sus únicas aficiones: la oratoria y la lectura, que no el estudio, porque pudo permitirse el lujo, con su prodigiosa memoria, de retener todo aquello que leía. Las personas carentes de ésta potencia, se refieren a ella casi despectivamente, sin llegar a asumir que la memoria es la base y el ordenador de la inteligencia.

               Sin haber cumplido los veinticinco años, en 1929, ingresa en el Cuerpo de Abogados del Estado, en la promoción que menos miembros ha tenido a lo largo de su dilatada historia. Fueron sólo siete y entre ellos se han encontrado personas tan destacadas como Luis Usera y López-Gonzalez que fué Presidente del Banco Hispano Americano o Gervasio Collar y Luís, que lo fué del Banco de Bilbao.

               Monárquico, incluso el 14 de Abril, como ya he dicho antes, tuvo diversos ofrecimientos de cargos políticos durante el régimen del General Franco - Director General de la Jurisdicción del Trabajo y Director General de Prisiones -, cargos que rechazó por sus convicciones políticas.

               El 14 de Abril de 1936 fué protagonista de un suceso que de haber tomado, él, una actitud decidida y arriesgada hubiera cambiado seguramente el curso de la Historia de España. Esa tarde del 14 de Abril, mi padre se acercó al domicilio de la calle de Claudio Coello de su primo el Coronel de Infantería, Joaquín Ortiz de Zárate, a quien le unía no sólamente estrechos lazos de parentesco, sino, también, de amistad y admiración recíproca.

               Madrid se había despertado con la terrible y trágica noticia del asesinato de su compañero de carrera, Diputado y Jefe monárquico, José Calvo Sotelo. Al atardecer, la sirvienta comunica a mi tío Joaquín que un militar y otra persona desean hablar urgentemente con él. Se trata de Eugenio Vegas Latapié y su hermano José, Teniente de Ingenieros. Joaquín les recibe en el comedor, ya que el salón estaba ocupado por su mujer, Mariana Sánchez de Movellán, su cuñada Amalia, Manolo Méndez Vigo y mi padre, Julián Larroca. Pepe Vegas expone un proyecto al Coronel en el que estaban comprometidos la oficialidad del Regimiento de Transmisiones de El Pardo. El proyecto consistía en la sublevación del Regimiento al mando de Joaquín, la ocupación del palacio del Presidente de la República, Manuel Azaña,  y el secuestro de éste. Joaquín les manifiesta que en esos momentos está acompañado de varias personas que por discrección no puede decir sus nombres - Eugenio Vegas cree que son altos mandos militares - y que va a consultarles. Joaquín se dirije a mi padre refiriéndole las pretensiones de los hermanos Vegas Latapié y pidiéndole consejo. Mi padre le contesta que Eugenio no ha venido a su casa a solicitar una opinión jurídica, que no necesitaba - Eugenio Vegas era Letrado del Consejo de Estado - sino a solicitar la colaboración de Joaquín como militar de prestigio y en todo caso a recibir una resolución de caracter estratégico-militar. Joaquín medita unos momentos y vuelve al comedor. Les ordena categóricamente, a los hermanos, que suspendan cualquier proyecto. "Bajo palabra de honor les comunico - dijo emocionado, según cuenta Eugenio Vegas -, que está todo preparado para el día 17. Si pasada esa fecha no ocurre nada, cuenten incondicionalmente conmigo para lo que quieran". Así acabó ese proyecto de sublevación del Regimiento de El Pardo, que tal vez si hubiera contado con la opinión favorable y decidida de mi padre hubiera evitado tres años de guerra civil y cientos de miles de muertos.

               Mi padre, como consecuencia de sus secuelas, enfermó pronto. A los sesenta años, una trombosis que le sobrevino en su despacho de la Dirección General de Clases Pasivas le apartó de su vida intelectual y profesional. Ocho años después, el 18 de octubre de 1972, fallece en Madrid víctima de otro accidente cerebral.
          María del Carmen de Dolarea y de Aragón, de todos conocida por Meluchi, nace en Cádiz el 11 de Enero de 1910. Era hija de Angel de Dolarea y Velasco y de Carmen de Aragón y López. Fué la segunda de los tres hijos que tuvo el matrimonio: Angel, Carmen y Matilde. Era muy rubia y con ojos verdes; de color de salivilla de zapatero, como le decía su madre. Los mismos ojos que tiene mi hija Mercedes. Muy guapa. Según decía ella: "la chica más guapa de Cádiz". De gustos barrocos y amplia generosidad, como buena andaluza. Se casó el 31 de Diciembre de 1937, después de más de siete años de noviazgo. Y se casó, como digo yo, porque mi padre, Julián Larroca, era muy friolero. Y así fué, cuando mi padre ingresa en el Cuerpo de Abogados del Estado fué destinado a Teruel. De dicha capital sólo le he oido comentar que pasó un frio tremendo, por lo que a los pocos meses como consecuencia de quedar vacante una plaza en Cádiz, mi padre, no lo duda y se traslada a la "tacita de plata". Allí conoció a mi madre, en la plaza de Mina. Nos solía contar mi madre, los sosos piropos que le dedicaba mi padre; "Y que tenga uno que estudiar hipotecaria". Mas debió tener otras virtudes, porque consiguió llevarle a contraer matrimonio en la Parroquia de San Antonio, sita en la plaza del mismo nombre que el santo y muy cerca de donde ella vivía; en la calle del Veedor, hoy José Ramón de Santa Cruz. Una casa expléndida de tres plantas, con suelos de marmol blanco, corredor abierto a un patio acristalado y con azulejos andaluces hechos a mano.

               La boda se retrasó más de lo esperado, por vicisitudes históricas. Mi padre, con mi abuelo, Emilio Larroca, se trasladan de Madrid a Cádiz con el fín de pedir la mano de mi madre el día del santo de ella de 1936. Conocedores, por el parentesco con Joaquín Ortiz de Zárate, de la pronta sublevación militar, deciden que mi abuela, Margarita, y mi tía Laura se queden en Madrid con el fín de arreglar determinados asuntos en Chinchón y por otro lado, dejar a mi bisabuela, Petra Ortiz, al cuidado del mayordomo, Gabriel Catalán, conocido también por "el tío cabecilla".

               La sublevación militar triunfa en Cádiz, al mando del bilaureado General, José Enrique Varela, pero no prospera en Madrid. Mi abuela, apellidada Ortiz de Zárate, tiene que marcharse de su domicilio para esconderse y la procura asilo el dueño de un conocido restaurante madrileño denominado Valentín. Varios meses después consigue llegar a la Embajada francesa y a través de la protección de la misma, toma un barco en Valencia que arriba a Cádiz a mediados de 1937.

               El capricho que tuvo mi padre de pedir a mi madre el día de su santo, le salvó la vida, ya que pocos días después de iniciarse la sublevación, fueron a buscarle a su domicilio de Madrid con la insana intención, me imagino, de darle "el paseo"; método drástico y finalista que las fuerzas del Frente Popular usaban para acabar con aquellas personas que no comulgaban con sus ideas.

               Si tengo que destacar una virtud de mi madre, eligiría la superación con humor y resignación a la adversidad; asida a una silla de ruedas, por la amputación de una pierna, y sin habla, disfrutó de su vida, por encima de todo, hasta que le sobrevino la muerte el 2 de Marzo de 1988

....CONTINUARÁ.


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