Dedicado a petición de mi sobrina Cristina
BIOGRAFIA
CAPÍTULO II
PADRES
Julián Larroca y Ortiz de
Zárate nace en Madrid el 11 de Julio
de 1904. Fué el segundo hijo del matrimonio formado por Emilio Larroca y Ortiz
y Margarita Ortiz de Zárate y Armendariz, aunque desde su nacimiento adquiere
la condición del mayor, ya que su hermano Ramón fallece a los pocos días de
haber nacido. Unico varón del matrimonio pierde su condición de hijo único al
nacer, el día de Navidad del año 1906, su hermana Laura.
Estuvo muy protegido y atendido
por sus padres desde niño, debido a una grave enfermedad que adquirió a los
tres años: la poliomelitis. El acompañamiento a su andar, con uno o dos
bastones fué un elemento que caracterizó su personalidad a lo largo de su vida.
Su disminuida capacidad para moverse, trazó las directrices de su modo de
existencia y de ser. Pudo quedarse en ser un licenciado no ejerciente, cuya
principal fuente de ingresos fueran las tierras que en Chinchón poseía; pero su
limitación física hizo que se convirtiera en un intelectual de primera
magnitud. Leía de todo: Teología, Historia, Derecho, Filosofía, Literatura,
especialmente de teatro. Era dificil sorprenderle sin un libro en las manos, pero
siempre estuvo dispuesto a cerrar sus páginas para entablar un coloquio con
quien lo pretendiera, cualquiera que fuera su condición y edad. A decir verdad,
más que coloquios eran monólogos, grátamente soportables por el interlocutor,
ya que sus contenidos estaban llenos de anécdotas rigurosas y amenas. Estas
fueron sus únicas aficiones: la oratoria y la lectura, que no el estudio,
porque pudo permitirse el lujo, con su prodigiosa memoria, de retener todo
aquello que leía. Las personas carentes de ésta potencia, se refieren a ella
casi despectivamente, sin llegar a asumir que la memoria es la base y el
ordenador de la inteligencia.
Sin haber cumplido los
veinticinco años, en 1929, ingresa en el Cuerpo de Abogados del Estado, en la
promoción que menos miembros ha tenido a lo largo de su dilatada historia.
Fueron sólo siete y entre ellos se han encontrado personas tan destacadas como
Luis Usera y López-Gonzalez que fué Presidente del Banco Hispano Americano o
Gervasio Collar y Luís, que lo fué del Banco de Bilbao.
Monárquico, incluso el 14 de
Abril, como ya he dicho antes, tuvo diversos ofrecimientos de cargos políticos
durante el régimen del General Franco - Director General de la Jurisdicción del
Trabajo y Director General de Prisiones -, cargos que rechazó por sus
convicciones políticas.
El 14 de Abril de 1936 fué
protagonista de un suceso que de haber tomado, él, una actitud decidida y
arriesgada hubiera cambiado seguramente el curso de la Historia de España. Esa
tarde del 14 de Abril, mi padre se acercó al domicilio de la calle de Claudio
Coello de su primo el Coronel de Infantería, Joaquín Ortiz de Zárate, a quien
le unía no sólamente estrechos lazos de parentesco, sino, también, de amistad y
admiración recíproca.
Madrid se había despertado con
la terrible y trágica noticia del asesinato de su compañero de carrera,
Diputado y Jefe monárquico, José Calvo Sotelo. Al atardecer, la sirvienta
comunica a mi tío Joaquín que un militar y otra persona desean hablar
urgentemente con él. Se trata de Eugenio Vegas Latapié y su hermano José,
Teniente de Ingenieros. Joaquín les recibe en el comedor, ya que el salón
estaba ocupado por su mujer, Mariana Sánchez de Movellán, su cuñada Amalia,
Manolo Méndez Vigo y mi padre, Julián Larroca. Pepe Vegas expone un proyecto al
Coronel en el que estaban comprometidos la oficialidad del Regimiento de
Transmisiones de El Pardo. El proyecto consistía en la sublevación del
Regimiento al mando de Joaquín, la ocupación del palacio del Presidente de la
República, Manuel Azaña, y el secuestro
de éste. Joaquín les manifiesta que en esos momentos está acompañado de varias
personas que por discrección no puede decir sus nombres - Eugenio Vegas cree
que son altos mandos militares - y que va a consultarles. Joaquín se dirije a
mi padre refiriéndole las pretensiones de los hermanos Vegas Latapié y
pidiéndole consejo. Mi padre le contesta que Eugenio no ha venido a su casa a
solicitar una opinión jurídica, que no necesitaba - Eugenio Vegas era Letrado
del Consejo de Estado - sino a solicitar la colaboración de Joaquín como
militar de prestigio y en todo caso a recibir una resolución de caracter
estratégico-militar. Joaquín medita unos momentos y vuelve al comedor. Les
ordena categóricamente, a los hermanos, que suspendan cualquier proyecto.
"Bajo palabra de honor les comunico - dijo emocionado, según cuenta
Eugenio Vegas -, que está todo preparado para el día 17. Si pasada esa fecha no
ocurre nada, cuenten incondicionalmente conmigo para lo que quieran". Así
acabó ese proyecto de sublevación del Regimiento de El Pardo, que tal vez si
hubiera contado con la opinión favorable y decidida de mi padre hubiera evitado
tres años de guerra civil y cientos de miles de muertos.
Mi padre, como consecuencia de
sus secuelas, enfermó pronto. A los sesenta años, una trombosis que le
sobrevino en su despacho de la Dirección General de Clases Pasivas le apartó de
su vida intelectual y profesional. Ocho años después, el 18 de octubre de 1972,
fallece en Madrid víctima de otro accidente cerebral.
María del Carmen de Dolarea y
de Aragón, de todos conocida por Meluchi, nace en Cádiz el 11 de Enero de
1910. Era hija de Angel de Dolarea y Velasco y de Carmen de Aragón y López. Fué
la segunda de los tres hijos que tuvo el matrimonio: Angel, Carmen y Matilde.
Era muy rubia y con ojos verdes; de color de salivilla de zapatero, como le
decía su madre. Los mismos ojos que tiene mi hija Mercedes. Muy guapa. Según
decía ella: "la chica más guapa de Cádiz". De gustos barrocos y
amplia generosidad, como buena andaluza. Se casó el 31 de Diciembre de 1937,
después de más de siete años de noviazgo. Y se casó, como digo yo, porque mi
padre, Julián Larroca, era muy friolero. Y así fué, cuando mi padre ingresa en
el Cuerpo de Abogados del Estado fué destinado a Teruel. De dicha capital sólo
le he oido comentar que pasó un frio tremendo, por lo que a los pocos meses
como consecuencia de quedar vacante una plaza en Cádiz, mi padre, no lo duda y
se traslada a la "tacita de plata". Allí conoció a mi madre, en la
plaza de Mina. Nos solía contar mi madre, los sosos piropos que le dedicaba mi
padre; "Y que tenga uno que estudiar hipotecaria". Mas debió tener
otras virtudes, porque consiguió llevarle a contraer matrimonio en la Parroquia
de San Antonio, sita en la plaza del mismo nombre que el santo y muy cerca de
donde ella vivía; en la calle del Veedor, hoy José Ramón de Santa Cruz. Una
casa expléndida de tres plantas, con suelos de marmol blanco, corredor abierto
a un patio acristalado y con azulejos andaluces hechos a mano.
La boda se retrasó más de lo
esperado, por vicisitudes históricas. Mi padre, con mi abuelo, Emilio Larroca,
se trasladan de Madrid a Cádiz con el fín de pedir la mano de mi madre el día
del santo de ella de 1936. Conocedores, por el parentesco con Joaquín Ortiz de
Zárate, de la pronta sublevación militar, deciden que mi abuela, Margarita, y
mi tía Laura se queden en Madrid con el fín de arreglar determinados asuntos en
Chinchón y por otro lado, dejar a mi bisabuela, Petra Ortiz, al cuidado del
mayordomo, Gabriel Catalán, conocido también por "el tío cabecilla".
La sublevación militar triunfa
en Cádiz, al mando del bilaureado General, José Enrique Varela, pero no
prospera en Madrid. Mi abuela, apellidada Ortiz de Zárate, tiene que marcharse
de su domicilio para esconderse y la procura asilo el dueño de un conocido
restaurante madrileño denominado Valentín. Varios meses después consigue llegar
a la Embajada francesa y a través de la protección de la misma, toma un barco
en Valencia que arriba a Cádiz a mediados de 1937.
El capricho que tuvo mi padre de
pedir a mi madre el día de su santo, le salvó la vida, ya que pocos días
después de iniciarse la sublevación, fueron a buscarle a su domicilio de Madrid
con la insana intención, me imagino, de darle "el paseo"; método
drástico y finalista que las fuerzas del Frente Popular usaban para acabar con
aquellas personas que no comulgaban con sus ideas.
Si tengo que destacar una virtud
de mi madre, eligiría la superación con humor y resignación a la adversidad;
asida a una silla de ruedas, por la amputación de una pierna, y sin habla,
disfrutó de su vida, por encima de todo, hasta que le sobrevino la muerte el 2
de Marzo de 1988
....CONTINUARÁ.
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