HITLER Y LA DEMOCRACIA
El 27 de enero se cumplió el septuagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración nazi en Polonia, denominado Auschwitz. Allí fueron asesinados entre un millón y medio a cuatro millones de personas. La cifra varía, según los historiadores, pero da lo mismo; una u otra cantidad fue una autentica atrocidad. Pero lo verdaderamente espeluznante es que el promotor del "Genocidio" fue Canciller Alemán en virtud del sistema democrático. Así fue, Hitler fue nombrado Canciller en enero de 1933. Transformó la República de Weimar en el Tercer Reich y gobernó con un partido único; el (NSDAP) basado en el totalitarismo de la ideología nazi. Hay que advertir para que la Historia nos recuerde los motivos de los sucesos que la depresión económica dejó a cinco millones de alemanes en el paro, y que este fue el principal motivo de la subida al poder de los nazis. En las elecciones del 31 de julio de 1932, los nazis ganaron las elecciones al Reichstag obteniendo 13,7 millones de votos; el 37,4% de los sufragios; 228 diputados.
No vamos a profundizar en un estudio detallado de lo que ocurrió después, pues ese no es el objeto de este artículo. Lo que aquí queremos destacar es que los nazis llegaron al poder a través de un sistema democrático; es decir, una opción política no democrática llegaba al poder con el respaldo de más de 13 millones de votantes. Viene al pelo, aquí la frase del profesor y escritor español Jorge Wagensberg: "Sólo hay una contradicción mayor que la de negar la democracia a los anti-demócratas y es la de tolerar que éstos acaben democráticamente con la democracia".
Sobre la censura a la Democracia se ha escrito mucho: Ya Aristóteles decía: "En la democracia las revoluciones son casi siempre obras de demagogos".
Bernard Shaw, con su característica forma de ser, afirmaba: "La democracia sustituye el nombramiento hecho por unas minorías corrompidas, por la elección debida a una mayoría incompetente".
El político mejicano, Carlos Abascal, auguraba que: "La democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión para alcanzar el poder omnímodo con la instauración del comunismo, que es precisamente la contra-iglesia". Recuerdo que eso fue lo que pretendió el dictador Stalin con España al acabar la Segunda Guerra Mundial: reinstaurar la monarquía en la persona de Don Juan III, para que al final, falto éste último de apoyo popular, se llegara a implantar la dictadura del proletariado. Menos mal que estaba Truman y no Roosewelt, como Presidente de los estados Unidos, y no tragó.
¡Ojo! Que queda una afirmación de Simón Bolivar, muy oportuna: "Los sistemas enteramente populares lejos de sernos favorables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina".
Yo al final me quedo con la afirmación de Winston Churchil, que dijo: "La democracia es el menos malo de los sistemas".
Pero es importante resaltar de nuevo la opinión de Wagensberg para recordar que la llegada del Partido Nazi fue exclusiva culpa de los propios alemanes, pues antes de que estos ganaran las elecciones se sabía la tendencia que iba a dirigir la política que proponía Hitler, y eso es lo que debieron evitar sus compatriotas, que formaban la mayoría, para que los anti-demócratas acabaran con la democracia. No debieron esperar a que los Soviéticos entraran en Berlín y motivaran el suicidio del dictador, después de casi seis años de horrores, debieron de sublevarse contra lo que veían venir y no lo hicieron. Mas del 62% de los alemanes, incluidos los miembros del ejército, fueron unos cobardes, incapaces de plantar cara a la tiranía que se avecinaba. Se afirma, por el contrario, para justificarse, que el éxito del Partido Nazi estribó en las condiciones del Tratado de Versalles, que entró en vigor el 10 de enero de 1920. De las normas del Tratado, una de las principales estipulaba que Alemania y sus aliados aceptasen toda la responsabilidad moral y material de haber causado la guerra y deberían desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales a los vencedores, y pagar fuertes indemnizaciones económicas a los victoriosos. Sin duda la situación económica y la humillación que les produjo el Tratado de Versalles hicieron que parte de la población considerara patriótica la actitud de Hitler.
Y aquí viene la cuestión: ¿Qué es lo patriótico? ¿Qué es la Patria? Desde luego no puede ser la venganza irracional que sirvió de justificación al pueblo alemán. El concepto de "Patria" nos puede parecer algo ambiguo, pero no lo es. Muchas definiciones lo asocian a la tierra donde uno nace o elige vivir, unido a vínculos afectivos, jurídicos e históricos. No se trata tampoco de un desmedido orgullo por pertenecer a un territorio. La definición de patria no está exclusivamente dada por la relación personal que un individuo posee respecto de un lugar, sino que también existen implicaciones políticas, ideológicas, históricas, sociales y culturales. Es el amor que surge hacia la tierra que nos vio nacer, la historia de nuestros antepasados, sus conquistas, sus aciertos y sus errores. Es una herencia de los padres, y es por ello por lo que significa según su etimología latina "terra patrum - tierra de los padres". Benjamín Franklin lo tenía muy claro cuando afirmó: "Donde mora la libertad, ahí está mi patria", porque la patria engloba todas aquellas cosas materiales e inmateriales del pasado del presente y del futuro. Por tanto, todo ello significa que la concepción de patria no está referida exclusivamente al terruño; es mucho más comprende también bienes inmateriales como el deseo de libertad, la defensa del menos malos de los sistemas. Y esos conceptos hay que defenderlos con la vida, por la patria se debe morir, y en contraposición, si es necesario matar, ya que es obvio que si se está dispuesto a entregar la vida será necesaria la defensa y el ataque.
Es de Voltaire la frase: " Detesto lo que escribes, pero daría mi vida para que pueda seguir escribiendo". Dicha opinión, y seguramente copiando al filósofo francés, la ratificó un político inglés, que dijo: "Odio lo que dice ese hombre, pero daré mi vida para que pueda seguir diciéndolo". Todo esto es muy bello desde el punto de vista democrático, pero cuando se pusieron en riesgo principios tan fundamentales como la libertad o la democracia, habría que haber dicho: "Odio lo que hace ese hombre que es pretender acabar con la libertad, pero daré mi vida para que no pueda hacerlo". Eso es lo que prometieron los que juraron bandera y fue el estamento militar alemán el que se debió encargar de mantener ese compromiso y preservar la seguridad de su nación ante esa amenaza interna y posteriormente externa, y no lo hizo, por lo que el pueblo alemán estaba legitimado para sublevarse, pero no lo hizo y quedó quieto, paralizado, por ello es por lo que es responsable igualmente de lo que pasó años después y de lo que se ha cumplido en este mes de enero en ese aniversario trágico, puesto que de acuerdo al aforismo jurídico: "el que es causa de la causa es causa del mal causado".
ÁNGEL LARROCA DE DOLAREA
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